
Cuidándome y rechazándome
Cuidándome y
rechazándome
El diálogo corporal interno
Cuando nos relacionamos con nosotras mismas, es muy frecuenta exigirnos mucho y tener un diálogo interno exigente y desvalorizador. “No puedo seguir así”, “Tengo que cuidarme más, soy un desastre”. Incluso, acompañándolo de insultos variados.
Te suena?
Es realmente útil ese diálogo interno de autocastigo?
Podemos pensar que sí, y es frecuente escuchar argumentos como estos:
- Aceptar mi cuerpo como es implica no «cuidarme»(especialmente si no es normativo/creo que me «sobran» kilos/que no estoy suficientemente en forma…
- La autoexigencia corporal (extenuarme, esforzarme, criticarme)… es positiva para tener hábitos saludables.
Muy a menudo en la infancia (familia, entorno) hemos interiorizado juicios y exigencias; hemos aprendido que es desde ahí que debemos tratarnos para «mejorar».
Sin embargo, la aceptación corporal no supone dejar de tomar las mejores decisiones para tu cuerpo; supone hacerlo desde el autocuidado y escuchándote.
El autorechazo personal y corporal:
- Facilita conductas no saludables en relación con la comida: restricción física (para cambiar la forma y tamaño corporales lo más rápidamente posible) y/o ingestas compulsivas (como resultado de la restricción o con otras causas).
- Dificulta tomar la iniciativa en tener hábitos realmente saludables como hacer ejercicio adecuado a las características y necesidades de la persona.
- Propicia un círculo de resignación (no soy capaz de tomar acciones para cuidarme) y desvalorización (no sirvo) que llevan a maltratarse.
- Dificulta la conexión con la salud (la buena relación con el cuerpo es lo que lleva a cuidarlo).
La aceptación corporal es el único camino de salida de este círculo vicioso. No es que la aceptación corporal no sirva para cuidarse, es que es la única manera de hacerlo.

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